La mayoría sólo conocíamos Halloween por las referencias en televisión. En nuestro país era simplemente la víspera de la celebración del Día de Todos los Santos. Pero poco a poco se ha ido consolidando y actualmente ya a comienzos de octubre comenzamos ver calabazas y telas de araña ambientando todo tipo de espacios.
El Halloween tiene su origen en el Samhain o la celebración del final del verano y la temporada de cosecha que se llevaba a cabo en la cultura celta. Era considerada también el año nuevo celta y se honraba a los antepasados al tiempo que se ahuyentaba a los malos espíritus.
La romanización adopta la festividad que continúa su tradición hasta la época cristiana. Son los papas Gregorio III y Gregorio IV los que le dan un nuevo sentido religioso y pasa a denominarse Día de Todos los Santos.
A mediados del siglo XIX, la festividad de Halloween llega a Estados Unidos y Canadá de la mano de los inmigrantes irlandeses. Progresivamente va ganando popularidad y a mediados del pasado siglo ya es una tradición muy arraigada y celebrada tal y como se conoce hoy en día.
TRADICIONES
El famoso truco o trato viene de una leyenda céltica que narraba cómo los espíritus vagaban libremente esa noche por la tierra. Uno de esos espíritus deambulaba de casa en casa demandando ese “truco o trato”. En el caso de no haber trato, provocaría una maldición en el pueblo y sus habitantes. Para protegerse de él, las familias tallaban calabazas con formas grotescas que colocaban delante de sus hogares. De ahí nace la tradición de las calabazas y los niños pidiendo dulces de puerta en puerta.
LA CELEBRACIÓN EN ESPAÑA
A pesar de relacionarlo con el mundo norteaméricano, en España existen tradiciones ancestrales como las del Halloween estadounidense que datan de muchos siglos atrás.
En Galicia se tiene constancia de la celebración de Samaín, además de sus tradicionales leyendas sobre los espíritus de la Santa Compaña y las meigas. Muchas fuentes citan que en la Asturias del siglo XVIII, la noche de todos los santos los niños salían con lámparas a pedir comida de caasa en casa. En Castilla también se recurría a hacerles formas de caras humanas a las calabazas e introducirles velas para ahuyentar espíritus esa noche.
Muchas de ellas convivían pacificamente con las tradiciones cristianas pero fueron desapareciendo cuando sucesivos gobiernos de carácter religioso las rechazaron por su condición de paganas.