Con la llegada del otoño no sólo caen las hojas de los árboles y la ciudad se tiñe de hermosos colores. También aumentan las lluvias y con ellas el riesgo de humedades en el interior de nuestros hogares. Esto trae consigo un desagradable inquilino: el moho. Hoy aprenderemos a evitar su presencia en una de las zonas más conflictivas de la casa: el baño
¿Por qué se produce el moho?
El moho, en la mayor parte de los casos, tiene su origen en un exceso de humedad. En la actualidad, con un gran número de personas viviendo en pisos cuyos baños y aseos no cuentan con ventilación exterior es sencillo que el vapor de agua de la ducha se acumule día tras día. No sólo el baño puede ser objetivo de estos organismos, sino también otras habitaciones de la casa donde se almacene ropa, muebles, libros o cualquier elemento de origen orgánico.
La ventilación, enemigo número uno del moho
Una de las claves en la prevención de la aparición del moho es la correcta ventilación de un baño. Si, a través de una ventana o de un extractor, eliminamos el aire caliente y húmedo, es mucho menos probable que aparezcan las temidas manchas. Si tu baño no es exterior pero cuentas con la posibilidad de añadir un ventilador eléctrico, no lo dudes. Evitará en gran medida la condensación y también sus efectos colaterales. Además, pon todo lo que esté de tu mano para que todas las superficies reciban su dosis adecuada de aire fresco diario. Al terminar de ducharte, no olvides dejar bien estirada la cortina de baño para evitar arrugas en las que se acumule la humedad. Lo mismo sucede con las toallas y alfombras de tela, si se humedecen, serán una fuente segura de hongos. Para reducir al mínimo posible este riesgo, no las introduzcas todavía húmedas en el cubo de la ropa sucia, emplea un colgador propio para airearlas antes de lavarlas.
En el baño, menos es más
Si los pisos de 40 metros cuadrados nos han enseñado algo es a ser muy conscientes de qué objetos son imprescindibles. El baño y los aseos son el ejemplo perfecto de una estancia de la casa donde menos es más. Para evitar la presencia de mohos, intenta reducir al mínimo posible los botes y recipientes. Tras una ducha, todos ellos quedarán recubiertos de una pátina de agua que, si no se seca adecuadamente, se convertirá en humedad. Y esa humedad, será una invitación a la visita del moho. Si es posible, evita los estantes en el radio de acción de la ducha y almacena sólo los productos que realmente vayas a utilizar. Esto te supondrá menos trabajo al limpiar y reducirá la posibilidad de encontrarte manchas.
En cuanto a la limpieza general de baños y aseos, las paredes de la ducha no son menos importantes que el retrete o el lavabo. Con un paño específico para ellas y un producto adecuado, al menos una vez a la semana, repasa las juntas de los azulejos prestando especial atención a los grifos y paredes de las estanterías que puedas tener colgadas en el interior de la ducha.
Estos son sólo algunos métodos básicos para prevenir el moho en aseos y baños, ¿cómo te enfrentas tú a los hongos?
Y si lo que te preocupa son los malos olores en tu baño, no puedes perderte estos consejos que te trajimos en marzo 😉