Cuando nos mudamos a un nuevo hogar, en ocasiones, nos encontramos con electrodomésticos desconocidos para nosotros. Puede ser, fácilmente, un lavavajillas, por ejemplo, el que nos espere en la cocina del nuevo piso a estrenar. Si eres de esas personas que siempre ha fregado los platos a mano o si quieres maximizar los beneficios de este ayudante de cocina, estos consejos son para ti. Sigue leyendo.
Lavavajillas y ahorro
Una de las grandes ventajas que presenta el lavavajillas frente al lavado tradicional de los platos (a mano) es el menor consumo de agua de los primeros, que, además, viene marcado habitualmente por su etiqueta de eficiencia energética. Sin embargo, para que esto se convierta en una realidad es necesario que los usuarios seamos conscientes de los buenos y malos usos que podemos dar a este electrodoméstico. Estas son algunas de las pautas básicas para asegurarnos el ahorro.
- Sin restos de comida, por favor. Una de las normas básicas del buen uso de este electrodoméstico es evitar los ‘tropezones’ o restos de comida. Los platos y vasos que introduzcamos deben ir con el menor número posible de migas y trozos de carne. Podemos repasarlos con un tenedor o cuchara sobre el cubo de la basura. Esto nos asegurará unos platos más limpios y nos evitará malos olores o averías.
- El jabón, en su justa medida. Uno de los errores que se suele cometer al preparar un lavavajillas es dosificar mal el detergente. Si usamos demasiado, será un despilfarro y los platos pueden quedar manchados. Si nos quedamos cortos las manchas a las que habremos de enfrentarnos son de comida y, probablemente, tengamos que volver a hacer el trabajo sucio.
- Siempre a carga completa. El modo más eficiente de usar un lavavajillas consiste en aprovechar todas sus virtudes e intentar evitar sus defectos. Por eso, lo más recomendable es emplear el programa más corto (pero que nos deje bien limpia la vajilla) y siempre a carga completa. Definitivamente, el gasto en electricidad y agua de este electrodoméstico no compensa para sólo dos tazas.
Organización, organización
Cada parte del lavavajillas cumple una función, por ese motivo es muy importante que sepas aprovechar los puntos fuertes de cada una de ellas.
La bandeja inferior es la más adecuada, por que recibirá la mayor temperatura y presión de agua, para ollas, cacerolas y elementos con más grasa. Las piezas más delicadas, como la cristalería, deberías situarlas en la parte superior.- Juntos pero no revueltos. Una de las maneras más eficaces de lograr que todos los platos salgan impolutos de este tren de lavado es que no se toquen. Organiza el espacio con criterio y deja que cada pieza de la vajilla tenga una zona sólo para ella. Te ahorrarás dobles lavados.
- Sólo piezas aptas para este tipo de lavados. Este es uno de los consejos más simples pero a menudo más olvidados. No todo sirve para ir al lavavajillas. Comprueba antes, especialmente en el caso de ‘tuppers’ que el plástico resistirá las temperaturas del agua. Con mirar dos veces en el fondo del envase te ahorrarás más de un disgusto.
- Limpieza, eso que nunca se te olvide. Al igual que cuidas tus estropajos y bayetas cuando friegas a mano, la higiene del lavavajillas no puede descuidarse. Presta atención a la aparición de malos olores, que serán síntoma de suciedad. Sigue correctamente todas las instrucciones de uso del aparato y de los detergentes y no te olvides de hacer un lavado en vacío un par de veces al mes.
Y tú, ¿cómo le sacas partido a tu lavavajillas? Queremos oírte 😉